El milagro verde de Costa Rica, ante el desafío de la sequía y la tentación de los combustibles fósiles
El país centroamericano ha llegado a producir hasta el 99% de su electricidad anual con fuentes renovables, pero la crisis climática y el creciente interés del gobierno por la energía fósil lo han llevado a un punto de inflexión
EDICIONES EL PAÍS
1/18/20243 min leer
Muy pocos países en el mundo pueden presumir de tener una matriz energética potenciada casi en su totalidad con fuentes renovables. Y solo uno de ellos es una pequeña economía centroamericana. Costa Rica ha llegado a tener hasta un 99% de su electricidad anual generada con energía limpia. Como Islandia, Noruega y Nueva Zelanda, destaca como territorio innovador en este ámbito, con la diferencia de que no es un país rico ni desarrollado. El caso de Costa Rica muestra cómo décadas de políticas públicas con un objetivo claro pueden reducir la dependencia de los combustibles fósiles y dar autonomía energética. El camino, sin embargo, no ha estado libre de obstáculos, y ahora el cambio climático y un gobierno que vuelve a poner la mirada en los combustibles fósiles han llevado a los centroamericanos a un punto de inflexión.
Según el Centro Nacional de Control de Electricidad, Costa Rica pasó de generar un 99% de energía renovable en 2021 a un 98% en 2022 y se estima que entre un 92% y un 95% en 2023. La razón de esta importante disminución en el último año es la sequía, porque el 67% de la energía renovable del país se genera a partir de plantas hidroeléctricas (el resto se divide entre energía geotérmica, de biomasa, eólica y solar). La falta de precipitaciones, en un territorio en el que la temporada lluviosa se extiende durante aproximadamente ocho meses, obligó a recurrir a combustibles fósiles para poner en marcha las plantas térmicas.
“El año ha sido de los más complicados en las últimas décadas. Tuvimos, por ejemplo, el septiembre más seco de los registros históricos y tuvimos un mayo y un julio igualmente con récord de temperatura. La demanda, además, creció sobre el 5%”, explica Roberto Quirós, gerente de electricidad del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), la empresa estatal de servicios eléctricos y de telecomunicaciones.
En años anteriores, sin el impedimento de la sequía, Costa Rica no solo potenciaba millones de hogares y decenas de miles de negocios con energía limpia, sino que también gozaba de una independencia energética que le permitía mantener tarifas con precios relativamente estables y que no se veían afectadas por fenómenos geopolíticos globales, como sucedió con el aumento en el precio de la energía a raíz de la guerra en Ucrania en muchas naciones todavía dependientes de los hidrocarburos.
Del dominio hidroeléctrico al impulso eólico
La relación de Costa Rica con la energía renovable viene de lejos. En 1884, la capital, San José, se convirtió en la tercera ciudad electrificada del mundo, después de Nueva York y París. Desde aquella época, se recurrió a la hidroelectricidad para generar energía, aunque durante varias décadas la generación energética se mantuvo en manos privadas. No fue hasta los cincuenta cuando se nacionalizó con la creación del ICE.
Édgar Gutiérrez, exministro de Ambiente y Energía (2014-2018) y catedrático retirado de la Universidad de Costa Rica, explica a EL PAÍS que, a finales de los cuarenta, la junta que gobernaba en ese momento ―el país acababa de salir de una guerra civil en 1948― acordó al crear el ICE, en 1949, y que este debería aprovechar las abundantes fuentes de agua para generar energía. “Eso marcó la gran diferencia para el país. Se empiezan a hacer plantas hidroeléctricas y a llevar electricidad a todos los rincones”, afirma Gutiérrez.
Entonces, Costa Rica comenzó a diversificar poco a poco su producción energética. “Se experimenta con el gran potencial geotérmico y después, debido al tema de los gases de efecto invernadero, el ICE plantea desarrollar energía eólica”, apunta el exministro.
Con los años, el aumento de la población generó una mayor demanda, lo que llevó al ICE a abrirse a la incorporación de plantas privadas mediante concesiones a empresas cooperativas. Desde el 2000, se han llevado a cabo cientos de proyectos relacionados con la producción y distribución de energía, y destacan principalmente los proyectos de energía eólica. Esto ha sido clave para que el país alcance sus altos niveles de producción limpia.
Un conocido caso de éxito es Coopesantos, una cooperativa que maneja un parque eólico en el sur de la provincia de San José. El gerente general, Mario Solís, cuenta que la empresa nació en un momento en que el país estaba en pleno “proceso de desarrollo”, concentrado en las áreas urbanas, por lo que su objetivo era llevar este avance también a las zonas rurales...
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